Entrenamiento acuático en pacientes de EM

LA ACTIVIDAD FÍSICA ACUÁTICA EN PACIENTES DE ESCLEROSIS MÚLTIPLE
Como señalamos en artículos anteriores, la actividad física en sujetos que padecen esclerosis múltiple (EM) ha sido estudiada durante los últimos treinta años, existiendo suficiente evidencia científica como para que, bajo el conocimiento del neurólogo y siempre que la situación individual lo permita – estadio de la enfermedad, nivel de discapacidad, medicación suministrada, etc.- se pueda practicar una u otra clase de ejercicio.
La actividad física puede clasificarse atendiendo a diferentes aspectos. Una de las más usuales es hacerlo teniendo en cuenta el tipo de metabolismo implicado para conseguir la energía necesaria y a las intensidades a las que se trabaja, diferenciando así entre actividades aeróbicas y anaeróbicas. En sucesivas entregas iremos indicando tipos de actividades que trabajen en base a ello, e intentaremos hacer ver que una misma actividad, dependiendo de a la intensidad a la que se trabaje, puede implicar a un metabolismo u otro, incluso en una misma sesión podemos trabajar ambos. Además, resaltaremos la importancia de uno de los principios fundamentales del entrenamiento: la individualización. El entrenamiento prescrito a un pacientes es individual, atendiendo a sus características personales, por lo que un mismo entrenamiento puede no ser válido para otro.
Este mes sin embargo, y aprovechando la época estival, nos centraremos en las actividades físicas acuáticas, unas de las estudiadas en el ámbito científico durante los últimos años y que según indica la literatura, está más que indicada para los pacientes con EM.
En los años 2001 y 2003, Ellen Broach et al (1, 2) publicaron sendos trabajos en el que estudiaron los efectos de realizar terapias en el agua con pacientes de EM, encontrando que tras completar los programas de entrenamiento, se había conseguido mejoras en control de la motricidad de las extremidades, rendimiento en bicicleta estática y en actividades de la vida diaria como la subida y bajada de escaleras (1). La muestra de estos estudios fue pequeña, pero ya indicaba que las terapias acuáticas podían ser un complemento a los tratamientos tradicionales.
Similares resultados presentaron Sánchez Pous et al (3) cuando en 2008 presentaron los resultados de un programa de entrenamiento en piscina de 12 semanas a razón de una sesión semanal de 1 hora de duración, en el que consiguieron mejoras en el patrón de la marcha y fuerza de las extremidades inferiores.
Kargafard et al (4) encontraron como en un entrenamiento de 60 minutos, 3 días a la semana durante 8 semanas el ejercicio acuático mejoró tanto la fatiga como la calidad de vida. Efectos positivos en reducción de fatiga fueron hallados también por Ahmad Ebrahimi Atri et al (5) en 2012.
El mismo año Seyyed Mahamoud et al presentaron dos trabajos interesantes: en el primero de ellos (6) encontraron mejoras en la resistencia al andar en pacientes con EM tras 8 semanas de entrenamiento aeróbico en el agua, y el en segundo (7) destacan que este mismo entrenamiento proporcionó a los participantes comunicaciones emocionales más productivas, mejoras en la depresión y la felicidad.
El pasado año 2013 Marandi et al (8) comparó el efecto de un entrenamiento acuático con otro de Pilates en 57 mujeres con EDSS menor de 4,5, ambos de 12 semanas de duración a razón de 3 sesiones semanales de 1 hora. Los resultados indicaron que tanto el ejercicio acuático como el basado en el método Pilates aumentaron significativamente la fuerza en los pacientes, pudiendo aumentar asimismo la calidad de vida. El mismo equipo de investigadores presentó en otro estudio (9) los efectos de este mismo protocolo – ejercicio acuático frente a método Pilates- en la fatiga percibida en pacientes con EM, encontrando reducciones significativas en el nivel de fatiga en el grupo que trabajó en el agua.
Kargarfard et al (10) presentó también el pasado año un trabajo en el que un grupo de 21 mujeres con EM remitente-recurrente realizó un programa de entrenamiento de 2 meses, 3 días a la semana no consecutivos en sesiones de entre 45 y 60 minutos en el que midió el equilibrio, la velocidad al andar y la resistencia encontrando mejoras en todas las variables.
Bensi et al (11) evidenciaron el mismo 2013 que un entrenamiento acuático diario de 30 minutos puede ser un entrenamiento efectivo en el proceso de rehabilitación de pacientes con EM.
En cuanto a la calidad de vida, además de los resultados mencionados anteriormente de Seyyed Mahamoud y del grupo de investigación de Marandi (6, 7, 8, 9), Garapoulov et al (12) presentaron este mismo año 2014 un trabajo en el que los participantes completaron un programa de 12 semanas a razón de 2 sesiones semanales de 40 minutos por sesión en el que mejoraban tanto la calidad de vida como su movilidad.
Con todo lo anterior, y más en las fechas en las que nos encontramos, parece razonable que si las condiciones de los pacientes lo permiten, se involucre en un programa de entrenamiento acuático (consultando siempre al Neurólogo). Para ello, sería fundamental contar con la experiencia de un entrenador experimentado o con formación suficiente en el entrenamiento con pacientes de EM, y de no poder ser así, comenzar con sesiones livianas, es decir, de baja intensidad, y que no superen los 30-40 minutos por sesión, pudiendo empezar con 1 ó 2 días a la semana.
Los ejercicios en el agua en época estival proporcionarán, además de los beneficios físicos mencionados por la literatura los últimos años en el presente artículo, una sensación de reducción de la temperatura corporal que sin duda los pacientes con esta patología agradecerán, pues es conocido como el elevado calor puede exacerbar los síntomas de la enfermedad.
Si por el contrario se decide empezar la práctica pasado el verano, en una piscina climatizada, es necesario hacer notar que la temperatura del agua puede ser un condicionante de la actividad: no todos los pacientes la tolerarán igual, por lo que lo ideal sería acudir a una en el que la temperatura sea lo más baja posible – por lo general las piscinas de 50 metros son más frías que las de 25 metros-. Además, tener a mano – en el borde de la piscina- una bebida fría de la cual poder ir bebiendo cada cierto tiempo ayudará a mitigar la sensación de calor del agua.
Ramon Jesús Gómez i Illan
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte
Master Rendimiento Deportivo y Salud
Centro de Investigación del Deporte
Universidad Miguel Hernández de Elche
Bibliografía
- Broach E, Dattilo J. Effect of aquatic therapy on adults with multiple sclerosis. Therapeutic Recreation Journal 2001; 35 (2):141-154
- Broach E, Dattilo J. The effect of aquatic therapy on strength of adults with multiple sclerosis. Therapeutic Recreation Journal 2003; 37 (3):224-239.
- Sánchez Pous S, Loyola Sanmillán G, Janer Cabo M, Fábregas Xaudaró D, Santoyo Medina C. Adapted aquatic activity in interdisciplinary rehabilitation treatment. Rev Iberoam Fisioter Kinesiol 2008;11(1):3-10
- Kargarfard M, Etemadifar M, Baker P, Mehrabi M, hayatbakhsh R. Effect of aquatic exercise training on fatigue and health-related quality of life in patients with multiple sclerosis. Archives of Physical Medicine and Rehabilitation 2012; 93 (10):1701-1708
- Atri AE, Saeedi M, Sorouri F, Sokhangooy MK. Effect of aquatic exercise program on fatigue in women with multiple sclerosis. Journal of Mazandaran University of Medical Sciences 2012; 22(94):53-61
- Hejazi SM, Soltani M, Nomematolahi S, Zare M, Nejatpour S. The effect of aquatic aerobic training on endurance walking in multiple sclerosis patients. Life Science Journal 2012; 9(4):4280-4283
- Hejazi SM, Soltani M, Ardalan Javan SA, Aminian F, Mehdi Hashemi S. The impact of selected aerobic aquatic exercises on the depression and happiness levels of patients with MS. Life Science Journal 2012; 9(4):234-240
- Marandi SM, Shahnazari Z, Minacian V, Zahed A. A comparison between Pilates exercise and aquatic training effects on muscular strenght in women with multiple sclerosis. Pakistan Journal of Medical Sciences 2013; 29 (1):285-289
- Shanazari Z, Marandi SM, Minasian V. Effect of 12 week pilates and aquatic training on fatigue in women with multiple sclerosis. Journal of Mazandaran University of Medical Sciences 2013; 23 (98):257-264
- Kargarfard M, Mehrabi M, Hamidit-Therani J, Rouzbahani R. Changes in speed, endurance and balance in women with MS after 4 and 8 weeks of aquatic exercise training. Journal of Isfahan Medical School 2013; 31 (256)
- Bensi J, Bloch W, Gamper U, Kesserling J. Training in MS: influence of two different endurance training protocols (aquatic versus overland) on cytokine and neurotrophin concentrations during three week randomized controlled trial. Multiple Sclerosis Journal 2012; 19 (5):613-621
- Garopoulov V, Tsimaras V, Orologas A, Mavromatis I, Taskos N, Christoulas K. The effect of an aquatic training program on walking ability and quality of life of patients with multiple sclerosis. Journal of Physical Education and Sport 2014; 14(1):106.114
Muy interesante el post.
Estoy de acuerdo totalmente en que el deporte es fundamental para nosotros. Tanto por todos la información que lo demuestra, como por mi experiencia personal.
Saludos