Ejercicio y calidad de vida en EM
La Organización Mundial de la Salud concibe la Calidad de Vida como un concepto que está influido por la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con su entorno. De este modo, cualquier persona que padezca una enfermedad tiene afectada en mayor o menor medida su Calidad de Vida, ya que padece en algún grado una mayor o menor alteración de su estado de salud, y esa falta de salud afecta también a su estado psicológico, su falta de independencia conforme avanza la enfermedad, a sus relaciones sociales pues se tiende a reducir el contacto social al permanecer más tiempo en casa, y por tanto, el entorno en el que nos relacionamos, nuestros círculos de interacción social y con el medio son cada vez más pequeños.
En cuanto a la calidad de vida en los pacientes de esclerosis múltiple, existe evidencia en la literatura científica de la merma de la misma desde el mismo momento del diagnóstico, al igual que ocurre con otras enfermedades crónicas. Hemos de tener en cuenta que en la EM, el diagnóstico se suele dar en los años más productivos de la vida, justo cuando los pacientes están formando lo que será su vida adulta: finalización de estudios, comienzo en el mercado laboral, formación del proyecto familiar, etc., hechos que se suman a la sabida inestabilidad del curso de la enfermedad, y a lo impredictible del mismo, porque como todos sabemos, no hay dos pacientes que cursen igual ni reaccionen igual a un mismo tratamiento.
La calidad de vida se mide con cuestionarios de percepción subjetiva, esto es, rellenando una serie de test con preguntas sobre diferentes aspectos de nuestra vida diaria: percepción de salud general, sexual, relaciones, laboral, etc. Algunos de los más utilizados en EM son el SF-36 ó el MSQOL-54.
En cuanto a la relación de la actividad física con la calidad de vida, es evidente que una merma en las capacidades físicas de un sujeto implican una disminución de su calidad de vida, ya que la inactividad repercutirá en un empeoramiento mayor si cabe de su estado de salud – añadido al de la propia patología. En el caso de la EM, como es sabido, el propio curso de la enfermedad tiende a con los años reducir la capacidad de deambulación, coordinación y equilibrio, producidas en gran parte por una acusada debilidad muscular, y por tanto se entiende que cuanto más se mejore nuestra capacidad física, mejorarán los mencionados síntomas y por tanto nuestra calidad de vida será mayor, ya que podremos realizar con mayor facilidad nuestras actividades cotidianas de la vida diaria.
Con todo lo anterior, es justo decir que la evidencia entorno a la efectividad de las terapias de mejora de la calidad de vida de los pacientes de esclerosis múltiple es controvertida. En realidad, no existen estudios cuyo principal objetivo de estudio sea precisamente mejorar la calidad de vida, ya que el propio término abarca como hemos dicho varios aspectos, sino que la mayoría de estudios lo que plantean es establecer una relación causa-efecto entre la mejora de la actividad física del paciente y la mejora de los resultados de los test de calidad de vida – mejoro el test porque he mejorado mi rendimiento físico-. No obstante lo que sí es cierto es que la mayoría de estudios establecen una relación directa entre mejora de estado físico y mejora de la calidad de vida.
En cuanto a los entrenamientos de resistencia aeróbica – andar/correr, nadar, montar en bicicleta, nordic walking, etc.- diferentes estudios muestran mejoras en los ítems de los test relacionados con el estado físico, mental, psicológico, estado de humor o relaciones sociales. Los entrenamientos que más mejoraron estos resultados fueron los entrenamientos de bicicleta estática – sólo piernas ó brazos y piernas a la vez- de hasta 5 sesiones semanales, en tiempos de entre 30 a 60 minutos, y siempre a intensidades de leve a moderadas, más que aquellos estudios que realizaron entrenamientos en cintas de correr, elípticas o ciclismo. Resaltar además que en el trabajo de Collet et al de 2011 entrenamientos aeróbicos a altas intensidades produjeron un descenso en los resultados de los test de calidad de vida.
De entre los trabajos de fuerza destacar el trabajo de Dalgas et al de 2010 en el que encontramos mejoras significativas en los test de calidad de vida con entrenamientos realizados tan sólo dos días a la semana.
Asimismo, existen estudios de mejoras con entrenamientos combinados de resistencia aeróbica y fuerza realizados dos días a la semana durante 8 semanas.
Como hemos visto, todo hace indicar que bien sea mediante entrenamientos aeróbicos a intensidad moderada, bien con entrenamientos de fuerza o incluso con planes de entrenamiento que combinen ambas capacidades obtendremos de manera directa una mejora de dichas capacidades físicas, y dichas mejoras repercutirán también en una mejora significativa de nuestra calidad de vida.
Ramon Jesús Gómez i Illan
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte
Master Rendimiento Deportivo y Salud
Doctorando Deporte y Salud – Línea Investigación Actividad Física y Esclerosis Múltiple
Centro de Investigación del Deporte
Universidad Miguel Hernández de Elche
Twitter: @rjgi_training
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